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La agricultura almeriense ha conseguido asegurar una alta producción con los más exigentes estándares de calidad y seguridad alimenticia. En este proceso, la labor de mujeres como Lola Gómez Ferrón, de Clisol, ha sido y es un pilar fundamental de nuestra agricultura. Su pasión por ella hace que sea una referente en su divulgación más allá de nuestras fronteras. Autodidacta, trabajadora incansable, innovadora, multipremiada son solo algunos de los adjetivos que describen a esta talentosa Premio Mujer MIA Empresaria 2023.

 

No hay día que no escuchemos en los informativos noticias negativas referentes a la agricultura, subida de precios, falta de agua, de recursos para mantener las fincas… ¿Cuáles son los retos más imperantes a los que se debe hacer frente?

Son muchos. Es cierto que tenemos una agricultura muy internacionalizada. El 80% de lo que producimos, en torno a 4 millones de toneladas de frutas y hortalizas cada año, lo vendemos a los países de la Unión Europea. Tengamos en cuenta que en España vendemos en torno al 18-20% de nuestros productos. Esta internacionalización hace que estemos muy supeditados tanto a la situación internacional como a la política agraria comunitaria, junto a toda la legislación y normas de Europa.

Esto supone un auténtico reto para nosotros. Primero, porque evidentemente hay una situación de guerra, la de Ucrania, desde hace dos años. Esto ha hecho que todos nuestros imputs suban como el plástico, los fertilizantes, las semillas… ¡todo ha subido! Por otro lado, seguimos teniendo una posición de debilidad en el mercado europeo porque estamos en manos de la gran distribución y estamos muy atomizados para hacer nuestra oferta.

Así, nuestros costes de producción han aumentado entre un 40 y un 60% y no así los precios a los que vendemos. Hay algunas épocas en las que tenemos unos picos increíbles de precios, pero normalmente coinciden con bajas producciones. Esto es principalmente por temas de clima, por el frío, pero esos precios no corresponden con la realidad. En cuanto hay volumen, los precios se vienen por debajo de nuestros costes de producción. Hay periodistas y analistas agroalimentarios que hacen comparaciones de lo que hemos estado cobrando este año por las hortalizas. Hay días o semanas que son iguales o menores a los que cobrábamos hace 30 años. Y este es el gran reto: el seguir manteniendo la rentabilidad de nuestras explotaciones familiares.

¿Qué necesitaría mejorar el sector?

Somos una agricultura que comenzó hace 60 años siendo familiar de subsistencia y empezamos a construir los invernaderos. Nuestro gran orgullo es justamente el haber sabido mantener esa agricultura de carácter familiar. Tengamos en cuenta que son en torno a 32.800 hectáreas cubiertas de plástico en la provincia de Almería y unas 13.500 explotaciones, que siguen teniendo ese carácter familiar pero ahora son rentables económica, social y medioambientalmente.

Pero aún así, tenemos que seguir mejorando en nuestra gestión de cultivos, con nuevos retos de control de plagas, control de virosis de una forma integrada y biológica, como llevamos haciendo en los últimos 20 años.
Y tenemos, evidentemente, problemas de agua, pero en los últimos 40 años nuestra agricultura ha hecho un esfuerzo titánico por gestionar la demanda del agua. Somos un ejemplo a nivel mundial de lo que hay que hacer con el agua y cómo gestionarla. Nuestra huella hídrica es hasta 3 y 4 veces más baja que el resto de la agricultura nacional y europea, precisamente gracias a cultivar bajo plástico, al riego por goteo. Hay un dato y es que más del 70% de las explotaciones ya se está regando por ordenador, con lo cual hay una gestión del agua y de los nutrientes brutal.

 

¿Ves en el futuro una Almería que siga viviendo de la agricultura?

Por supuesto. Pero tenemos que espabilar porque cuando vemos el entorno que tenemos no solo en España sino en Europa, no nos damos cuenta que hemos hecho un auténtico hito en los últimos 50 años. Tenemos que ser capaces de comunicar lo que hacemos, de que la sociedad, nuestros grandes consumidores, nos conozcan… el carácter familiar de las explotaciones, el esfuerzo, la capacidad de adaptación a cualquier reto, nueva ley, nueva norma, nueva exigencia. No nos da miedo esa Unión Europea que no para de exigir, muchas veces desde un contexto muy institucional, que te das cuenta a la hora de aplicar la norma que han sido hechas por personas que jamás han pisado campo. Pero aún así, somos capaces de aplicarlas y tirar hacia delante con mucho esfuerzo.

 

Comentabas en una entrevista que el resto del mundo, cuando llega a Almería, le impacta ‘el mar de plástico’ y tienen curiosidad porque alguien se lo enseñe, lo que no ocurre con los autóctonos.

A cualquier persona que llega a Almería, nuestro paisaje, el mar de plástico, que después del paisaje urbano, es el paisaje más transformado del planeta, le impacta y siente la necesidad de conocerlo. Pero no ocurre así con los propios almerienses. Tenemos el caso incluso de personas que viven en los núcleos de población en medio del mar de plástico, como El Ejido, Roquetas de Mar, Vicar, La Mojonera, gente que se dedica a otras profesiones que no están relacionadas ni directa ni indirectamente con la agricultura, y que ven los invernaderos pero no tienen la necesidad de conocerlos.

¿Cómo conseguir que la sociedad almeriense conozca y aprecie el sector del que vive la provincia?

Hay un trabajo que se puede hacer con las asociaciones, de todo tipo. A nivel ciudadano deberíamos estructurarlo para trabajar con ellas y hacerles propuestas para que conozcan el paisaje del cual viven rodeados.

Hay otra línea que se está trabajando ya, pero que creo no lo suficiente, y es con los Centros Educativos. Y no solo con los alumnos, sino también con las AMPAs, exponerles la necesidad de que lo conozcan. Principalmente, porque están rodeados del principal monumento a los alimentos del mundo. Y esto, que parece muy grandilocuente, es una realidad.

Debajo de ese mar de plástico, se esconde una amazonía protegida, capaz de conseguir que, durante más de diez meses al año, las personas respiren un aire de media a 140-150 partes por millón más bajo de dióxido de carbono que el resto del planeta. Y esto es así porque taxonómicamente las hortalizas están tipificadas como plantas jóvenes, el estado de la planta en el que más fotosíntesis hace. Por otro lado, el viento, que fue el que nos hizo hacer los invernaderos, ahora es nuestro gran recurso porque es el que produce la ventilación en estos, evacuando la humedad, pero también el oxígeno y es un consumidor de dióxido de carbono increíble.

Solamente con estos argumentos, debería ser suficiente para que la gente necesitara conocerlo y, por supuesto, también conocer las historias de vida, no solo de las plantas, sino también de las personas que estamos bajo el plástico. En mi caso, soy la segunda generación pero hay que empezar por la primera, después por la segunda y, luego, las posibilidades de presente y futuro de la tercera. Todo esto hay que contarlo a la sociedad en general y a la almeriense en particular.

 

Llevas años haciendo una labor increíble de divulgación de la agricultura almeriense por el mundo, ¿qué es lo que más llama la atención en el extranjero de nuestras formas de hacer?

Hay muchas cosas que le llaman la atención. Sobre todo, los tópicos y típicos, como que es un paisaje aberrante, que las hortalizas bajo plástico viven aceleradas, por lo que se produce mucha cantidad sin calidad nutritiva ni organoléptica, que utilizamos mucha química, que el plástico contamina… Es muy importante lo que ven, pero más importante es lo que se le cuente y cómo se le cuenta.

Nosotros vemos en nuestras visitas, cómo les va cambiando el gesto, hay un lenguaje no verbal por el que la gente te transmite a lo largo de la visita y la experiencia de más de 22 años te hace darte cuenta del cambio que se produce en esta gente.

También les llama la atención al entrar en el invernadero el olor. Si hay tomates, hay un olor increíble, si hay pimientos, huele a pimiento. Es decir, no hay olor a químicos porque ya no se utilizan estos. O la curiosidad que les despierta las cajas donde se han depositado las chinches o las avispas para que parasiten o depredan a los insectos plaga. A veces, cogemos una lupa y vemos esos insectos, por ejemplo, cómo de un pulgón parasitado, emerge una avispa del cuerpo de ese pulgón ya convertido en momia.

Les gusta ver los invernaderos donde no utilizamos el suelo porque estamos cultivando en contenedores. Este sistema permite reutilizar el agua y ven cómo se está regando la planta y cómo sale el agua sobrante del contenedor, que llega a un canal y entra por tubo que lo lleva a una bolsa.

 

Esta labor divulgativa también la desarrollas en escuelas e institutos. ¿Muestra el alumnado interés por las diferentes técnicas de cultivo, la sostenibilidad del entorno rural y sobre todo, la conservación del medioambiente?

Dependiendo de la edad, muestran más o menos interés. En nuestro ‘Know How’, después de 22 años estando con el público, está el despertar el interés y la curiosidad. Tenemos alumnos muy variados, desde 1º y 2º de bachiller, que ya tienen pensado qué quieren estudiar, y otros, algunos de algún proyecto europeo como el Erasmus, que aún no lo tienen decidido. Yo siempre les digo que no se planteen la visita al invernadero como algo que les puede interesar desarrollar de cara a su futuro profesional, sino que se la planteen como consumidores de los alimentos base de la dieta mediterránea, la dieta más saludable que comemos las personas.

Siempre les pregunto qué procesos les interesa conocer, les cuento las formas que hay para cultivar y obtener esos alimentos que se van a comer. Y por supuesto que siempre conseguimos despertar el interés, porque además siempre contextualizamos y trabajamos el tema de los valores. Le hablamos mucho de la importancia de cómo se utilizan las cosas, hacemos muchas comparativas. Por ejemplo, el tema del plástico, que tan mala fama tiene. Pues no es un problema, porque el plástico es el material de nuestra era. El problema no es el material, sino el uso que se haga de él. Siempre les hablamos de la campaña ‘antiplásticos’, para mi una campaña muy necesaria, pero creo que deberían haberla centrado no tanto en el material, sino en un concepto: el de un solo uso. Da igual que sea plástico, o madera, un solo uso es el problema de nuestro planeta.

Llevamos más de 35 años reciclando el plástico agrícola al 100%, hasta el punto de que es el único residuo por el que no pagamos porque tiene un alto valor. Las cajas de campo, los contenedores donde se pone la basura, el mobiliario urbano… hay un montón de reutilizaciones… y todo eso se lo contamos. Además, con la comparativa de la existencia de una campaña antitecnología o antidigitalización, por ejemplo, porque también tienen aspectos negativos y muchos. Es más, les pedimos que cuando vuelvan a casa, dediquen menos tiempo a la tecnología y un poco más a estar con las familias, sobre todo con los mayores. Trabajamos todos estos temas porque creo que son fundamentales.

Luego, cuando los alumnos están sentados frente a las plantas, les explicamos cómo funcionan las plantas, que son inteligentes, que comparten, que se relacionan, que se ayudan. Se lo cuentas con ejemplos y ellos entienden que son muy parecidas a las personas aunque con una diferencia: ellas no se dejan llevar como nosotros. Parece algo muy místico, pero siempre intento hacerles reaccionar sobre la situación que estén viviendo o cómo deberían hacer las cosas relacionándolo siempre con el mundo vegetal.

 

Fuiste la más votada por el público en tu categoría, también por el jurado, las publicaciones sobre ti en las redes de MIA son de las que más interacciones tienen ¿eres consciente de la estima que te tiene la sociedad?

Sí que lo soy. Es cierto que soy una persona muy conocida en la provincia de Almería. Son muchos años los que llevamos y yo soy muy extrovertida y mediática. Llevo haciendo un trabajo muy de hormiguita, pero generando una imagen, con una línea de trabajo y una línea ideológica de la que no me he desviado nada.

Y esto es muy complicado porque, evidentemente, muchísima gente que nos conoce de vernos en prensa, nunca ha hecho una visita. No conocen realmente nuestro trabajo y eso no siempre genera simpatía, o no entienden bien lo que hacemos, o piensan que no sirve para nada, pero con el tiempo las cosas negativas dejan de preocuparte. La mayoría de las personas que nos conocen tienen muy buena opinión y esto es el resultado del trabajo de muchísimos años y de intentar ayudar a todas las personas que nos han pedido ayuda, de estar en muchos foros, conociendo a mucha gente porque, en el fondo, para llevar una empresa, por muy pequeña que sea, se necesita de las relaciones de toda índole.

 

Tu discurso en la gala de los Premios Mujeres Influyentes de Almería nos conquistó. ¿Cómo viviste tú el evento?

La gala de los Premios MIA, que fue una gala maravillosa, para mi fue muy especial porque allí estaban dos de las redes sobre las cuales gira toda mi vida profesional que son ALMUR, que desde 2002 estoy con ellas, y ASEMPAL. También la Cámara de Comercio, porque gracias a estas instituciones yo me he formado, he conocido y he aprendido en el mundo empresarial… a saber cómo funciona, cómo debes estar desde la perspectiva de tu empresa. Y la otra red es mi cooperativa Vicasol. Para mi han sido fundamentales.

En un principio mucha gente pensaba qué es esto de la iniciativa MIA, quién hay detrás, pero sin duda la gala fue un evento que, para ser la primera vez que se hace, consiguió tener a 500 personas con mucha trascendencia todas ellas, eso es un eventazo. También cómo se hizo la gala, las actuaciones fueron maravillosas, la coordinación… solo tengo alabanzas, fue un evento precioso, muy emotivo.

Enhorabuena a su directora, María Montagut, por el trabajazo increíble que está haciendo. Y las personas que fuimos premiadas, como en mi caso, lo agradecemos mucho, pero evidentemente está dando apoyo a todas las mujeres de todas las categorías. Muchas gracias, de verdad.

Un comentario

  • MARIA DOLORES dice:

    Me ha encantado. Sí que es necesario hacer conocer el funcionamiento de los invernaderos.
    Yo tengo una queja. En mis visitas a la Vega de Almería he quedado escandalizado por los restos de plástico que te vas encontrando. Degrada el paisaje y te hace tener una mala experiencia al respecto. Estoy segura que se irá solucionando.
    Gracias por toda la información.

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