Por Isabel Fernández, fundadora y directora del Centro de Psicología Almeriense (CEPSIAL)
Reconocer y apreciar lo que tenemos y lo que las personas y el mundo que nos rodea ofrece puede hacerse difícil en medio de las ocupaciones del día a día. En este mundo que funciona a toda prisa la gratitud como tantos otros sentimientos pueden pasar desapercibidos. Parar y tomar conciencia de esto puede abrir la puerta hacia la satisfacción, permitiéndonos conectar con cada momento presente.
Según la RAE, LA GRATITUD es el sentimiento que obliga a una persona a estimar el beneficio o favor que otra le ha hecho o ha querido hacer.
Sin embargo, este valor no está exento de debates y hay quién considera que ese sentimiento de “obligatoriedad” recogido en varias culturas incluida la nuestra, implica deuda, autosacrificio y negación de las propias necesidades.
En cambio, otros estudios apuntan que el reconocimiento genuino del bien recibido reduce el estrés, aumenta la percepción del bienestar y modifica nuestra actividad cerebral.
El agradecimiento tiene el poder de transformar las relaciones, fortalece los vínculos y contribuye al bienestar físico y emocional.
Si bien es cierto que en algunas culturas como la mediterránea las expectativas derivadas de normas culturales arraigadas en roles de género tradicionales pueden variar y afectar la forma en que las personas expresan gratitud; la expresión de gratitud tiende a depender más de factores individuales y sociales que de género.
Poder contribuir a fomentar una expresión de gratitud más igualitaria implicaría desarrollar planes de concienciación sobre las expectativas tradicionales, hacer a las personas conscientes de sus propias expresiones de gratitud fomentando un ambiente libre para expresarse de una manera honesta y auténtica independientemente de su género.
La gratitud no es una emoción básica, sino que requiere conciencia, entrenamiento y disciplina. Incorpora pequeños cambios en tu rutina, hasta que forme parte de tu modo habitual de funcionamiento. La gratitud es una actitud ante la vida.
Recomiendo un entrenamiento gradual y para conseguirlo:
- Reconocer, observar y agradecer la belleza del entorno. Atención a las pequeñas cosas.
- Al levantarte: Reflexionar sobre aquellas situaciones, personas, etc. valorables antes de incorporarte a tu rutina.
- Dar las gracias: Nos relacionamos con diferentes personas a lo largo del día, agradece su colaboración explícita e internamente y observa cómo este gesto sencillo aumenta la conexión con el otro.
- Pon atención en el aprendizaje: Entrena en poner el foco en los aprendizajes cuando te enfrentes a un desafío. ¿Qué me llevo yo de bueno de esto que ha sido ingrato?
- Recordatorios: En la era digital, una alarma que nos recuerde practicar la gratitud. Esto nos ayuda a parar brevemente. Si además lo acompañamos de unos minutos de silencio reduciremos el estrés que nos aporte la rutina diaria.
- Celebra tus logros y los de otras personas: El reconocimiento de tus avances (incluso los pequeños) y el de otras personas, aumentará tu sentido de realización.
- Para dormir: Hacer balance del día poniendo atención a lo grato, las pequeñas cosas son importantes, permitirá cerrar el día con una mayor sensación de bienestar.
Finalmente, me gustaría hacer un aporte personal. Para mí la gratitud es una forma de amor. Dar las gracias me ensancha el pecho y me afloja el cuerpo abriéndolo a la ternura, a la cercanía y al reconocimiento de lo que las personas, situaciones y entornos con los que me relaciono aportan a mi vida.
Tengo mucho que agradecer y seguro que si tratara de hacer una mención se me olvidarían muchas personas compañeras de viaje, así que agradezco a todas y cada una de ellas su participación y sus enseñanzas en este camino de vida. Parafraseando a Sergio Forgas Berdet, en su texto ‘Sobre los vacíos y las ausencias’, “Muchas gracias por haber configurado de color y de vida el cuadro de mi existencia”.
Gracias María, Gracias MIA
Sobre Isabel Fernández
Isabel Fernández personifica la pasión por la Psicología. Con una trayectoria destacada, ha desempeñado roles clave en el ámbito psicológico en Andalucía Oriental. Isabel, una psicóloga clínica y terapeuta Gestalt, ha trabajado incansablemente para abordar el impacto de eventos traumáticos en la vida de las personas. Anteriormente Vicedecana del Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Oriental, ha sido una fuente de inspiración y mentoría para estudiantes de Psicología, desempeñando el papel de tutora de prácticas en la Facultad.
A lo largo de su carrera, Isabel ha liderado proyectos significativos, como ‘Cuidar al Cuidador’ y ‘Envejecimiento Activo’, en colaboración con la Diputación de Almería. Además, su compromiso con la formación se refleja en su papel como formadora de aspirantes a Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, por lo que fue reconocida en 2013 por la Jefatura de la Policía Local por su colaboración y disposición.
Fundadora y directora del Centro de Psicología Almeriense (CEPSIAL) desde 1989, Isabel ha mantenido la constancia en su búsqueda de conocimiento y la entrega a las personas que buscan apoyo psicológico. A lo largo de sus 33 años de ejercicio profesional, ha cultivado relaciones sólidas y ha configurado un equipo fuerte y competente en CEPSIAL, que hoy en día es un referente en intervención psicológica en la ciudad.
Sin duda, Isabel Fernández, como líder y profesional en Psicología perdura, está marcando una huella significativa en la comunidad y dejando un impacto positivo en la vida de quienes la han conocido.