Por María del Carmen Cano García, enfermera especialista Obstétrico-Ginecológica.
Soy enfermera y matrona. Mi actividad profesional como matrona se ha desarrollado a lo largo de los últimos 20 años del siglo XX y los primeros 20 años del siglo XXI. He sido testigo de grandes cambios, sobre todo en la medicina, y también en lo social y en lo cultural. Los avances médicos han sido sorprendentes en todas las áreas, especialmente en oftalmología y cardiología. La llegada de los diagnósticos por imagen, cuando aparecieron, parecían futuristas: RSM, TAC, ecografías, PET, PET-TAC, etc. Estos avances también se reflejan en tratamientos farmacéuticos y en técnicas quirúrgicas para todo tipo de patologías, lo que ha llevado aparejada la disminución de la mortalidad en no pocos procesos, incluidos los oncológicos.
Especialmente para las mujeres es muy importante el aumento de la supervivencia en el cáncer de mama y ginecológico.
Mujeres que no podían concebir un hijo ahora son mamás gracias a las técnicas de reproducción asistida.
En estos años, la sociedad ha evolucionado hasta límites insospechados. Antes de los años 80, el destino de la mayoría de las mujeres embarazadas solteras era salir de sus casas, pueblos o ciudades, porque el sexo no estaba contemplado fuera del matrimonio. Estas mujeres no tenían cabida en el sistema de aquellos años. La inmensa mayoría de ellas no tenía preparación académica y se veía obligada, para sobrevivir, a mantener trabajos precarios y mal remunerados. En el año 2007, el gobierno aprobó una ley para dotar a estas mujeres de una prestación mensual.
También en el año 2007 se activó el plan de humanización del parto. Las mujeres que iban a parir, acompañadas exclusivamente por el personal sanitario, ahora pueden ser acompañadas por la persona que ellas elijan: ya sea su marido, pareja, una amiga o familiar. Para esto, fue necesario remodelar los paritorios con salas de dilatación individuales, que hasta entonces en casi todo el territorio nacional eran comunes. Además, pueden parir sin dolor si así lo deciden, gracias a la instauración de la anestesia epidural. Los paritorios se llenan de pelotas de Pilates y demás artilugios para que la mujer pueda elegir en qué postura permanecer a lo largo del periodo de dilatación, siempre que no afecte la seguridad del bebé.
Normalmente, las matronas tenemos un estrecho contacto con las mujeres durante el trabajo de parto, en los diferentes periodos de este, a veces a lo largo de muchas horas. Conforme van pasando los años, las matronas de mi generación vemos claramente que la mujer «moderna», si bien cuida su aspecto con dietas alimenticias, ejercicio físico y cada vez más con tratamientos estéticos, sigue anclada en los estereotipos de sus madres y abuelas. Incluso actualmente no conoce su sexualidad por sí misma; esta es descubierta y desarrollada por sus parejas. Chicas jóvenes, incluso universitarias, no conocen sus órganos pélvicos, sexuales y reproductivos, no saben localizar anatómicamente el orificio uretral (por donde sale la orina), a veces ni el vaginal (por donde sale el fluido menstrual). Mujeres de todas las edades, incluidas las adolescentes, utilizan frases como «me da asco», «qué feo», para referirse a su intimidad. Algunas consideran «repugnante» tener la menstruación.
No conocen ni valoran que el perfecto funcionamiento y sincronía de las hormonas, actuando en sus cuerpos, demuestran que están sanas y que pueden ser protagonistas del milagro de la reproducción.
En otro orden de cosas, aunque por las mismas razones que después detallaré, cuando los medios de comunicación dan la noticia del parto de una mujer conocida o importante, dicen por ejemplo: «La princesa Letizia ha alumbrado…». El alumbramiento es la expulsión de la placenta, que ocurre entre los 5 y 30 minutos después del nacimiento del bebé. El acto ancestral al que se refiere el periodista, y que está en el diccionario de la lengua española, se llama parir.
¿Por qué todo lo relacionado con la intimidad de la mujer se oculta, no se llama por su nombre, se considera vulgar, produce vergüenza y pudor?
Mi opinión personal sobre este «fenómeno» es que ni la sociedad, ni las mujeres, ni los medios de comunicación son responsables de estas realidades.
En el año 1858 se escribe el famoso «Manual de Anatomía de Grey». Ahí está incluida toda la anatomía humana, excepto el tejido femenino. Este manual ha sido utilizado hasta nuestros días por médicos de todas las generaciones. No es hasta un siglo y medio después, en el año 1998, cuando la Dra. O`Connell, una uróloga australiana, utilizando toda la tecnología moderna, estudia y describe la anatomía del clítoris humano femenino y todos los órganos implicados con él. Hasta entonces, nadie lo había estudiado en profundidad y, si lo habían hecho en épocas pasadas, no se había publicado para hacerlo llegar a toda la comunidad social y científica. Nos informa esta doctora que el clítoris es el órgano sexual femenino situado entre los labios genitales y la vagina, visible desde la parte superior de la vulva, aunque abarca todo el perineo femenino. Mide de 9 a 11 centímetros, tiene 9.000 terminaciones nerviosas y su única finalidad es proporcionar placer.
Dice la Dra. O`Connell: «No es sorprendente que no se conozca la anatomía del clítoris; es nuestra herencia cultural. La sexualidad femenina ha estado encerrada en la vergüenza e ignorancia desde el principio de los tiempos».
Lo que se oculta no existe. De lo que no se habla no se estudia, no se investiga. La estricta moral mantenida a lo largo de siglos por motivos religiosos, sociales y culturales ha hecho que generaciones y generaciones de mujeres no hayan conocido su sexualidad e intimidad.
Algo muy importante y esperanzador está ocurriendo actualmente con la visibilización de la intimidad de la mujer: profesionales sanitarios y no sanitarios están estudiando, investigando y publicando sobre el suelo pélvico, sobre todo el femenino. Se está normalizando hablar del suelo pélvico entre la población. En los gimnasios, muchos de los ejercicios van encaminados a proteger, mantener y recuperar esta parte de la anatomía femenina. Hay información, digamos inusual hasta hace relativamente poco tiempo, de que está ahí, que existe. Ginecólogos, urólogos, médicos rehabilitadores, matronas, fisioterapeutas, psicólogos e INEF lo abordan, cada uno desde su área de conocimiento.
Desde mi punto de vista, quien tiene que hacer el diagnóstico es un facultativo que maneje la ecografía. Una vez hecha la valoración, es la usuaria quien debe elegir, dependiendo de su patología o disfunción, a qué profesional acudir, ya que el coste económico de todos estos tratamientos, por ahora, es de índole privado. Quiero hacer especial hincapié en las fisioterapeutas especialistas en suelo pélvico: disfunciones como sequedad vaginal, escapes de orina, dolor con las relaciones sexuales, etc., son tratadas de manera magistral y con buenísimos resultados por estas profesionales, siempre previamente valoradas por un facultativo, como he comentado anteriormente, que va a descartar patologías médicas. Muy interesantes son las teorías de las psicólogas sobre el eje mente/cuerpo en relación con el suelo pélvico. Los INEF confeccionan tablas de ejercicios cada vez más precisas para este espacio. No me quiero olvidar de mis compañeras, las matronas, que tanta atención ofrecen en los cuidados que prestan en el decisivo momento del parto y posteriormente en su rehabilitación específica en el puerperio.
Por todo lo dicho, es muy importante que TODAS las mujeres, también los hombres, y no sólo las sanitarias, divulguemos para normalizar y visibilizar esta parte de nuestra anatomía, e informar a las mujeres desde la juventud sobre cómo prevenir sus importantes disfunciones, que alteran la calidad de vida, incluso a mujeres jóvenes. Por mi parte, yo, que estoy jubilada, de la mano de la ONG Solidaridad Enfermera, creada por el Consejo General de Enfermería cuando comenzó el COVID, imparto charlas sobre cuidados de la intimidad femenina en diferentes foros, como asociaciones de mujeres, de discapacitadas, pacientes psiquiátricas, inmigrantes, adolescentes, personas mayores, corporaciones municipales, etc. De esta manera, divulgo mis conocimientos sobre estos temas y disfruto intentando devolver a las mujeres lo que he aprendido de ellas y con ellas.
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Este artículo forma parte del acuerdo de colaboración entre Uniprosal y Mujeres Influyentes de Almería, una alianza estratégica que busca promover el bienestar y la salud femenina en la provincia. A través de esta colaboración, cada mes se ofrecen contenidos especializados escritos por profesionales de la salud, contribuyendo a la concienciación y el empoderamiento de la comunidad.