Por Isabel Morala Peláez, directora de la Oficina Comarcal Agraria en Huércal-Overa de AGAPA
Dicen que si preguntas a una niña pequeña qué quiere ser de mayor, una de sus primeras opciones será ser veterinaria. Lo cierto es que no conozco niño o niña al que el mundo animal no le atraiga. Imagino que forma parte del instinto primario que todos llevamos dentro y que prevalece desde la prehistoria, cuando los humanos y animales vivíamos en estrecha compañía. Al fin y al cabo, para la “edad” que parece tener nuestro planeta, no llevamos aquí tanto tiempo, por lo que es de suponer que el éxodo rural no ha llegado a asentarse en nuestra genética como especie. No quiero ni pensar el día en el que prefiramos el asfalto de las ciudades a los caminos y senderos que rodean nuestros pueblos.
Como con todo, una puede soñar algo de pequeña y en el trayecto de su vida ir dejándolo atrás. Pero ese no fue mi caso. De pequeña decidí ser veterinaria en primer término y el sueño se cumplió. Comencé a estudiar la que aún hoy sigo presentando como “la profesión más bonita del mundo”, lo cual no quita que durante el aprendizaje constante en el que toda profesión se sustenta, no haya podido experimentar las aristas y más que pronunciados ángulos obtusos de la misma. Pero aquí juega un papel importante la determinación de cada uno, la cual me llevó al esfuerzo y, con un poquito de suerte, a un resultado aceptable y hasta bueno en muchas ocasiones.
La realidad de la veterinaria rural
Desde hace unos veinte años mi vida profesional se desenvuelve en el área, no menos conocida, pero sí creo es de las menos agradecidas de esta profesión. El mundo rural, en el que como a mí nos ha tocado a muchas lidiar, cada una desde su propia línea de trabajo, no es un océano de caricias y atención desmedida hacia los animales, tal y como se entiende en las ciudades, donde se acaban convirtiendo en animales de compañía. Los animales domésticos, o el ganado para entendernos, no es tratado de modo individualizado pues no son mascotas, sino alimento para el resto y sustento para sus propietarios aun cuando no dejan de ser animales que precisan cubrir sus necesidades. Es aquí dónde jugamos nuestro papel como profesionales de la salud y el bienestar animal.
Para nosotras, ser pragmáticas, eficaces y resolutivas es vital. Por eso, sin dejar de ser el medio de vida de los profesionales del sector, es fundamental que se encuentren sanos, llegando así a nuestras mesas, proporcionándoles los cuidados y bienestar necesarios para una óptima crianza de los mismos, lo cual, dicho sea de paso, no da lugar a muchas vacaciones.
Mujeres y Sector Primario: una alianza vital
Al margen de lo mucho que el sector primario significa en nuestro día a día, no parece encontrar el reconocimiento que se merece. Esto daría para reflexionar largo y tendido, pero sí que quiero expresar algo que he ido observando con los años. El entorno agrario se encuentra muy bien representado, cada vez más, por un buen número de mujeres que, con su iniciativa y constancia propias, han hecho de la ganadería y/o agricultura su medio de vida en las zonas rurales. Sabemos que nadie tan eficaz como nosotras para fijar la población al medio.
A la par, el hecho más que constatado de que en las Facultades de Veterinaria del país, la inmensa mayoría son alumnas, que no alumnos, y muchas acabarán ejerciendo su profesión en este mundo, establece cierto paralelismo entre ambas profesiones. Lo idílico de lo expuesto nos puede hacer pensar que todas las mezquindades que prevalecen hacia nosotras por el solo hecho de ser mujer no se observan en nuestras áreas de trabajo. Nada más lejos de la realidad. No obstante, bajo mi propia experiencia, se hacen subsanables en cuanto demuestras que llegas para quedarte, sin dar más opciones que las que planteas.
El rol clave de la mujer en el desarrollo rural
En definitiva, en el mundo rural la veterinaria y la ganadería van de la mano. Pocas cosas más primarias que la familia y la comida, convirtiéndonos las mujeres en piezas clave de su desarrollo. Y sí, lo que ahora llaman conciliación, también cuesta, pero con la ventaja de que la mayoría de las veces es más una compaginación, pues lo laboral y familiar se entrecruzan para echar todos una mano en el negocio, ya sea una explotación ganadera o una urgencia.
Aportar algo de luz sobre este ámbito laboral en el que muchas mujeres, entre ellas veterinarias como yo, marcamos el paso día a día ofreciendo lo mejor de nosotras mismas, es cuanto menos una obligación otorgada por derecho propio. Porque no se trata de lo que digamos, sino de cómo lo transmitimos para que empape en la sociedad actual. Puede ser que la veterinaria no sea la profesión más bonita del mundo, ni mucho menos, pero si partes de un sueño de niña y lo repites muchas veces, acabas creyéndolo y alcanzándolo. Como dirían mis hijos, mentirijillas sanas que gustan. Nada más pragmático, resolutivo y eficaz que esto.
Un compromiso por el bienestar de la mujer almeriense
Este artículo es el resultado de la alianza estratégica entre Mujeres Influyentes de Almería y Uniprosal, entidad representativa de profesionales de la salud en la provincia de Almería. Nuestro objetivo común es fortalecer la promoción de la salud y el bienestar de las mujeres, difundiendo información esencial y fomentando prácticas de bienestar en la comunidad local. En esta ocasión, contamos con la valiosa aportación de Isabel Morala Peláez, directora de la Oficina Comarcal Agraria en Huércal-Overa de AGAPA, quien comparte su experiencia y visión en este ámbito crucial.